SEMANA SANTA
Atmósfera de paz, aura suave, susurro del viento, solo el y yo... en el alba he descubierto el significado del silencio, anhelando un instante conmigo encontré la voz de mi corazón, percibí que la soledad no es un momento vacío, sino con Jesucristo...
Los más grandes misterios de nuestra fe: pasión, muerte y resurrección de Cristo, fueron celebrados todos los años por la Iglesia desde la época de los apóstoles; este tiempo privilegiado para nosotros es lo que llamamos Semana Santa o Semana Mayor.
En el recorrido por las distintas iglesias que adornan la zona colonial y parte de nuestra historia (por ser la Catedral Metropolitana Santa María de la Encarnación la primera en América) noté que la melancolía prevalecía: bancos escasos de creyentes, espíritu triste y una indescriptible sensación de desamparo.
Entre bullicio y alboroto de personas desesperadas por partir al interior del país discerní que cada año la Semana Santa va perdiendo su sentido original, transformando su significado de reflexión y encuentro con Dios a una época comercial y “de provecho” para vacacionar. Esta situación denota la insuficiente formación religiosa en el hogar y centros educativos.
Me pregunto si esta realidad prevalecerá por siempre o si algún día se recuperará la intimidad de nuestro interior con Dios.
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