El profesor Agustín Cortes tenia contemplado un viaje para realizar la practica final del semestre 2007-1, en la materia de Fotoperiodismo II. Entorno a esta propuesta creamos muchas expectativas, porque vamos a conocer lugares y personas diferentes.
Para mi hay algo que aprender siempre. Tenía una preocupación por este viaje, porque el día para realizarse coincide con mi trabajo. El problema no era el viaje, sino pedir permiso. Finalmente fue concedida mi petición.
El destino seria Bahoruco. Me preocupaba no tener dinero para asistir a este viaje que no era de placer, sino un compromiso universitario. Este estaba pautado para el 6 de mayo. Bueno, Dios comenzó a proveer esperanzas y finanzas. Recibí para comprar los rollos y poder realizar el trabajo de la clase de fotografía durante el trayecto.
Pedí una cámara digital prestada y vaya sorpresa, no pude utilizarla, la encontré rota, no se como paso esto, solo se que no tenia dinero y debía pagarla.
En la noche del día 4 de mayo no podía dormir, por que temía quedarme dormida y no llegar a tiempo al aula magna de la UASD. Este era el punto de encuentro. Toda la noche me desvele y no pude pegar un ojo.
Puse el teléfono en función de despertador para que sonara a las 4 de la mañana. Cuando este vino a ejecutar este comando, yo estaba lista para salir de la casa.
Llame varias líneas de taxi y no llegaban, otras no tenían unidades disponibles para dar este servicio. Cuando pude contactar uno eran las 5:45 de la mañana, hora a la que debíamos estar en la universidad. Pensé que nunca llegaría y no fue así afortunadamente.
Al entrar al recinto universitario observaba de lejos T-shirts de color verde, color este elegido para identificar el grupo. Varias guaguas estacionadas, filas formadas para determinar el autobús que le correspondería a cada estudiante. El profesor Agustín Cortes.
Lo primero que hice al desmontarme del taxi, fue buscar a la persona encargada para pagarle el viaje. En ese momento pude respirar tranquila, también me preocupaba que no haya cupo para mi.
Subí al autobús, me senté casi al final, este era el mas cercano que había disponible. Mire el entorno a fin de reconocer algún compañero de la clase. Al ver a alguien conocido, me sonreí y me recosté a dormir. Me tape la cara con un sombrero que llevaba y quede dormida casi instantáneamente. Era una sensación extraña, era SOÑAR DESPIERTA.
Sentía que dormía, pero escuchaba todo lo que hablaban. Una compañera no me dejaba conciliar el sueño. Tocaba mi hombro izquierdo cada vez que podía. Entre sueños escuchaba el murmuro de los compañeros que no pararan de hablar ni un segundo. Tomaban fotos a todo lo que veían. Parecían que había llevado “todos los rollos del mundo”, los rollos nunca se terminaban y yo solo escuchaba el sonido de cada disparo de la cámara de forma intermitente en mi cabeza.
En un momento le dije a la compañera zuleika Sosa que no gastara sus rollos en la guagua, porque después le harían falta. No me hizo mucho caso.
Me volví a recostar como a los 15 minutos escuche el sonido de una goma explotarse o pincharse, no se bien que paso. En ese momento del ruido, no me inmute, ni siquiera se si el vehiculo se detuvo para arreglar este problema, en ese instante caí en un profundo sueño. Hice como un apagón temporal en mi cabeza. Vine a despertar en el parador de Ocoa, solo miraba hacia fuera, bajaban en grupo a desayunar, mientras contemplaba el panorama le dije a mi compañera que me comprara un jugo y un sándwich, para esto le pase 100 pesos y continué mirando a los muchachos que se tomaban fotos en el lugar.
Luego se montaron en el autobús y seguimos nuestro camino hacia Bahoruco. Me puse a comer y luego volví a dormir. Una gran bulla me despertó, mire el panorama y no vi nada impresionante, solo muchos árboles y la chercha de los muchachos. Desde ese instante (a dormir se a dicho), hasta el lugar de destino. Una vez llegamos a Bahoruco, nos desmontamos frente al mar. Me sentía como extranjera en mi tierra, fuera del autobús había personas paradas, mirándonos como si nos esperaran. Los niños, los señores nos miraban como extrañados.
El profesor Agustín comenzó a subir por la calle principal y le seguimos, subía un cuesta, que desembocada en la playa. Pero le dimos la espalda a estas azuladas aguas y continuamos con el profesor. Íbamos a cumplir con nuestro deber. Fotografiar aspectos interesantes de Bahoruco.
Subíamos y subíamos pensé que nunca llegaríamos, pero nos paramos en una enramada donde funcionan la iglesia cristiana del sector. Tenía techo pero no paredes. Un espacio espiritual al aire libre.
Allí nos juntamos con el pastor de la iglesia, el presidente de la junta de vecinos, el presidente de la asociación de estudiantes de la uasd y de la asociación de artesanos, el presidente de la junta de vecinos, la directora de la escuela básica y algunos líderes comunitarios. Todos hablaron de sus labores.
Después de una hora aproximadamente se “rompió la tasa” y fuimos a tomar fotografías. No veía cosas interesantes hasta que conversando con unos señores, quienes nos mostraron una piedra de LARIMAR en bruto. Esto era como un descubrimiento ver este material en su esencia. Esto si era para una fotografía. Vi otra posibilidad con los hijos de estas personas y no se dejaron fotografiar. Eran niños raros, se tapaban la cara.
Esto transcurría en el colmado que tenían estos señores, allí estaban zuleika y yo, como uña y mugre. Estas personas eran muy colaboradoras, aunque nos preocupaban la confianza que nos daban sin conocerlos.
Salimos a otros lugares a fotografiar, paso un niño con un burro y le tomamos fotos. Preguntamos donde quedaba el río y no solo nos dijeron, sino que un muchacho nos llevo en un motor. Había que bajar una cuesta, por el camino vimos un bar con tremendo musicon, algunas compañeras caminaban hacia el mismo lugar de nosotras y cuando llegamos al río fue un poco triste verlo con poco agua. Unos niños se daban un chapuzón y desde lejos se escuchaban sus rizas.
Ya era hora de devolvernos y al hacerlo mire a través de una empalizada a un haitiano, le pedí permiso para entrar a tomar fotos, y me dice dizque relajando que cuanto le voy a pagar. Después de sonreír nos dejo entrar, nos presentamos y le dijimos en que andábamos.
Terminamos en este lugar, lo difícil era subir esta lomita que bajamos en motor. Descendían personas alegres que venían de trabajar, se detenían a mirarnos y posaban al vernos con cámaras.
Al llegar a la carretera nos permiten pasar a un patio para fotografiar a unos pajaritos que nos llamaban con sus cantos. Al finalizar nos fuimos a sentar debajo de un árbol y media hora después, llego la hora de la comida.
Pescado, pollo, arroz y plátano barahonero, no podía faltar en esta mesa. A un lado refrescos, vasos y servilletas. El profesor Agustín inicio la fila para el almuerzo, le seguimos y los demás fueron llegando (como cuando se le hecha maíz a las palomas, llegaron las y los demás).
Comimos, y reposamos en el lugar donde funciona la iglesia. Hicimos entrevistas a una doctora y personas de la comunidad. Después de varias horas en ese lugar bajamos hacia la playa. Allí unos niños nos invitaron a pasear en un bote por 50 pesos. Lo malo es que al bote le filtraba el agua. No cedimos a la petición de estos niños porque teníamos miedo. Eran como 7 niños y 2 niñas. Este era un buen equipo para ser fotografiado, los seguía a todas partes. Se fueron alejando de la playa y yo junto a ellos. Me fui lejos del grupo buscando imágenes interesantes, por allí perdí la noción del tiempo.
Solo miraba para saber si mis compañeros seguían donde los había dejado. El lugar donde fui a parar era bonito, allí veía moradores de la comunidad, gente sacando materiales de la playa, otros cortando carne para vender y una maravillosa imagen, un Marlin azul como de 150 libras . Estaba en una casita de pescadores donde descansaban.Habían pescado también una langosta grande y los niños habían encontrado un pulpo como de una libra.
Me estaba orinando y me dolía el estomago y no veía un baño cerca. En ese momento mire hacia donde estaban mis compañeros y solo mire a una persona con algo verde puesto, no se que era ni me puse a averiguar. Inmediatamente se me quito el dolor de estomago. A través en la calle porque si caminaba por la arena no llegaría. Sabia que estaba tarde y aun así todo lo interesante de la calle lo fotografiaron. Llegue tarde al autobús y el profesor me dio una mirada de reproche.
Volvimos a pararnos en el parador cruce de ocoa y ahí baje a comprar un sándwich, un jugo y un dulce de coco para llevarlo a la casa.Para mi hay algo que aprender siempre. Tenía una preocupación por este viaje, porque el día para realizarse coincide con mi trabajo. El problema no era el viaje, sino pedir permiso. Finalmente fue concedida mi petición.
El destino seria Bahoruco. Me preocupaba no tener dinero para asistir a este viaje que no era de placer, sino un compromiso universitario. Este estaba pautado para el 6 de mayo. Bueno, Dios comenzó a proveer esperanzas y finanzas. Recibí para comprar los rollos y poder realizar el trabajo de la clase de fotografía durante el trayecto.
Pedí una cámara digital prestada y vaya sorpresa, no pude utilizarla, la encontré rota, no se como paso esto, solo se que no tenia dinero y debía pagarla.
En la noche del día 4 de mayo no podía dormir, por que temía quedarme dormida y no llegar a tiempo al aula magna de la UASD. Este era el punto de encuentro. Toda la noche me desvele y no pude pegar un ojo.
Puse el teléfono en función de despertador para que sonara a las 4 de la mañana. Cuando este vino a ejecutar este comando, yo estaba lista para salir de la casa.
Llame varias líneas de taxi y no llegaban, otras no tenían unidades disponibles para dar este servicio. Cuando pude contactar uno eran las 5:45 de la mañana, hora a la que debíamos estar en la universidad. Pensé que nunca llegaría y no fue así afortunadamente.
Al entrar al recinto universitario observaba de lejos T-shirts de color verde, color este elegido para identificar el grupo. Varias guaguas estacionadas, filas formadas para determinar el autobús que le correspondería a cada estudiante. El profesor Agustín Cortes.
Lo primero que hice al desmontarme del taxi, fue buscar a la persona encargada para pagarle el viaje. En ese momento pude respirar tranquila, también me preocupaba que no haya cupo para mi.
Subí al autobús, me senté casi al final, este era el mas cercano que había disponible. Mire el entorno a fin de reconocer algún compañero de la clase. Al ver a alguien conocido, me sonreí y me recosté a dormir. Me tape la cara con un sombrero que llevaba y quede dormida casi instantáneamente. Era una sensación extraña, era SOÑAR DESPIERTA.
Sentía que dormía, pero escuchaba todo lo que hablaban. Una compañera no me dejaba conciliar el sueño. Tocaba mi hombro izquierdo cada vez que podía. Entre sueños escuchaba el murmuro de los compañeros que no pararan de hablar ni un segundo. Tomaban fotos a todo lo que veían. Parecían que había llevado “todos los rollos del mundo”, los rollos nunca se terminaban y yo solo escuchaba el sonido de cada disparo de la cámara de forma intermitente en mi cabeza.
En un momento le dije a la compañera zuleika Sosa que no gastara sus rollos en la guagua, porque después le harían falta. No me hizo mucho caso.
Me volví a recostar como a los 15 minutos escuche el sonido de una goma explotarse o pincharse, no se bien que paso. En ese momento del ruido, no me inmute, ni siquiera se si el vehiculo se detuvo para arreglar este problema, en ese instante caí en un profundo sueño. Hice como un apagón temporal en mi cabeza. Vine a despertar en el parador de Ocoa, solo miraba hacia fuera, bajaban en grupo a desayunar, mientras contemplaba el panorama le dije a mi compañera que me comprara un jugo y un sándwich, para esto le pase 100 pesos y continué mirando a los muchachos que se tomaban fotos en el lugar.
Luego se montaron en el autobús y seguimos nuestro camino hacia Bahoruco. Me puse a comer y luego volví a dormir. Una gran bulla me despertó, mire el panorama y no vi nada impresionante, solo muchos árboles y la chercha de los muchachos. Desde ese instante (a dormir se a dicho), hasta el lugar de destino. Una vez llegamos a Bahoruco, nos desmontamos frente al mar. Me sentía como extranjera en mi tierra, fuera del autobús había personas paradas, mirándonos como si nos esperaran. Los niños, los señores nos miraban como extrañados.
El profesor Agustín comenzó a subir por la calle principal y le seguimos, subía un cuesta, que desembocada en la playa. Pero le dimos la espalda a estas azuladas aguas y continuamos con el profesor. Íbamos a cumplir con nuestro deber. Fotografiar aspectos interesantes de Bahoruco.
Subíamos y subíamos pensé que nunca llegaríamos, pero nos paramos en una enramada donde funcionan la iglesia cristiana del sector. Tenía techo pero no paredes. Un espacio espiritual al aire libre.
Allí nos juntamos con el pastor de la iglesia, el presidente de la junta de vecinos, el presidente de la asociación de estudiantes de la uasd y de la asociación de artesanos, el presidente de la junta de vecinos, la directora de la escuela básica y algunos líderes comunitarios. Todos hablaron de sus labores.
Después de una hora aproximadamente se “rompió la tasa” y fuimos a tomar fotografías. No veía cosas interesantes hasta que conversando con unos señores, quienes nos mostraron una piedra de LARIMAR en bruto. Esto era como un descubrimiento ver este material en su esencia. Esto si era para una fotografía. Vi otra posibilidad con los hijos de estas personas y no se dejaron fotografiar. Eran niños raros, se tapaban la cara.
Esto transcurría en el colmado que tenían estos señores, allí estaban zuleika y yo, como uña y mugre. Estas personas eran muy colaboradoras, aunque nos preocupaban la confianza que nos daban sin conocerlos.
Salimos a otros lugares a fotografiar, paso un niño con un burro y le tomamos fotos. Preguntamos donde quedaba el río y no solo nos dijeron, sino que un muchacho nos llevo en un motor. Había que bajar una cuesta, por el camino vimos un bar con tremendo musicon, algunas compañeras caminaban hacia el mismo lugar de nosotras y cuando llegamos al río fue un poco triste verlo con poco agua. Unos niños se daban un chapuzón y desde lejos se escuchaban sus rizas.
Ya era hora de devolvernos y al hacerlo mire a través de una empalizada a un haitiano, le pedí permiso para entrar a tomar fotos, y me dice dizque relajando que cuanto le voy a pagar. Después de sonreír nos dejo entrar, nos presentamos y le dijimos en que andábamos.
Terminamos en este lugar, lo difícil era subir esta lomita que bajamos en motor. Descendían personas alegres que venían de trabajar, se detenían a mirarnos y posaban al vernos con cámaras.
Al llegar a la carretera nos permiten pasar a un patio para fotografiar a unos pajaritos que nos llamaban con sus cantos. Al finalizar nos fuimos a sentar debajo de un árbol y media hora después, llego la hora de la comida.
Pescado, pollo, arroz y plátano barahonero, no podía faltar en esta mesa. A un lado refrescos, vasos y servilletas. El profesor Agustín inicio la fila para el almuerzo, le seguimos y los demás fueron llegando (como cuando se le hecha maíz a las palomas, llegaron las y los demás).
Comimos, y reposamos en el lugar donde funciona la iglesia. Hicimos entrevistas a una doctora y personas de la comunidad. Después de varias horas en ese lugar bajamos hacia la playa. Allí unos niños nos invitaron a pasear en un bote por 50 pesos. Lo malo es que al bote le filtraba el agua. No cedimos a la petición de estos niños porque teníamos miedo. Eran como 7 niños y 2 niñas. Este era un buen equipo para ser fotografiado, los seguía a todas partes. Se fueron alejando de la playa y yo junto a ellos. Me fui lejos del grupo buscando imágenes interesantes, por allí perdí la noción del tiempo.
Solo miraba para saber si mis compañeros seguían donde los había dejado. El lugar donde fui a parar era bonito, allí veía moradores de la comunidad, gente sacando materiales de la playa, otros cortando carne para vender y una maravillosa imagen, un Marlin azul como de 150 libras . Estaba en una casita de pescadores donde descansaban.Habían pescado también una langosta grande y los niños habían encontrado un pulpo como de una libra.
Me estaba orinando y me dolía el estomago y no veía un baño cerca. En ese momento mire hacia donde estaban mis compañeros y solo mire a una persona con algo verde puesto, no se que era ni me puse a averiguar. Inmediatamente se me quito el dolor de estomago. A través en la calle porque si caminaba por la arena no llegaría. Sabia que estaba tarde y aun así todo lo interesante de la calle lo fotografiaron. Llegue tarde al autobús y el profesor me dio una mirada de reproche.
Subimos al autobús y nos dirigimos hacia Barahona, me dormí otra vez, era como si mi asiento tenia un somnífero. Cundo llegamos allí nos desmontamos en la entrada de Barahona. Fotos, fotos y mas fotos. Dos compañeras se alejaron hacia el malecón y se quedaron en Barahona. Otra se desmayo y fuimos a parar al hospital. En espera y espera, esperamos una hora. Salio finalmente recuperada y nos fuimos a la capital.
Luego subimos al vehiculo y comenzó el desorden, la chercha, bailes, cantos, risas, bulla y todo lo demás. Me quería dormir nuevamente pero no podía, era como una maldad, no se como se apagaban. El chofer apago las luces y comenzaron a disparar flashes como en una discoteca móvil. Hasta llegar a la uasd.
Esta experiencia fue interesante y espero volver a este lugar llamado Bahoruco, volver a ver a los niños de la playa con los que me rey tanto. Y ver como se reparten el dinero por el alquiler del bote.
Bahoruco es un lugar paradisíaco, mágico y sobre todo habitado por gente encantadora y servicial. Permanecer en bahoruco era como soñar despierta, un sensación rara. No sabes si estas en tu país o en otro lugar ubicado en el mismo trayecto del sol como dice don Pedro Mir, en su poema Hay un país en el Mundo.
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